Salmos 51:6
Te levantas, te preparas, inicias
tu rutina diaria, descansas unos pocos minutos… vuelves y retornas a la rutina,
se hacen las seis de la tarde, es hora de ir a la célula, a la congregación,
vas a casa, y así pasan los días, pasan los años, pasa la vida.
Hoy, nos hacemos la siguiente
pregunta: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Por qué haces lo que haces? ¿Cuál
es la motivación que te lleva a hacer las cosas? La rutina, la sociedad, la
religiosidad pueden hacer que perdamos la esencia y la motivación correcta por
la cual estamos de paso en esta tierra. Y más aún, la razón por la cual
nacimos.
No es la primera vez que sucedió,
en el pueblo de Israel, en tiempos del profeta Isaías, el pueblo de Dios,
envueltos en su rutina religiosa, con el pasar de los años olvidaron la esencia de por qué
hacían las cosas y llegó el día en que Dios les dijo: “de labios me honran, pero su corazón está
lejos de mí, pues en vano me honran”.
¿Qué quería EL? ¿Qué esperaba
EL?, no esperaba más que hijos sinceros, hijos genuinos y verdaderos que fueron
transparentes en su presencia. Muy probablemente, que dejasen de hablar tanto…
y se entregasen de todo corazón. Dios no quería palabras, quería el corazón. Dios
hoy no quiere palabras, quiere el corazón.
Toda persona, por naturaleza
busca proyectar una imagen, hacer una coraza, una pared, que resguarde lo más
preciado que toda persona tiene: “el corazón”, tan sencillo e indefenso, tan
poco fuerte y fácil de herir. Se levantan capas y corazas, muchas veces sin
darnos cuenta, pero están ahí intentando proyectar una imagen que muchas veces
no es genuina, no es transparente, no es integra.
Quizá esa imagen puede ser la de
un líder lleno de fe, pero muy probablemente el corazón este todo atemorizado.
Posiblemente es un hijo que sirve a Dios en santidad, pero que en su corazón
aun permanecen pensamientos de la vieja naturaleza. Quizá, gritamos que somos
adoradores en espíritu y verdad pero realmente y genuinamente no oramos en
intimidad ni leemos su palabra.
Dios quiere derribar toda imagen
en nuestra vida que no es real, quebrantar toda coraza y toda pared que
pretende brindar una especie de seguridad falsa. Borrar cada una de esas capas
y permitir que el corazón quede desnudo delante de Él, vulnerable e indefenso.
Solo El y nuestro corazón.
No hay cosa creada oculta a Su vista, sino que todas las cosas están al
descubierto y desnudas ante los ojos de Aquél a quien tenemos que dar cuenta.
(Hebreos 4:13)
Ser genuinos, transparentes, ser
REALMENTE VERDADEROS nos acerca muy rápidamente a su presencia. Cuando David
falló delante de Él, inmediatamente se hicieron capaz y corazas que no le
dejaban ver lo malo que estaba en su corazón. Hasta que Dios rompió y quebrantó
esas estructuras, y David clamó NO ME
ECHES DE DELANTE DE TI, NO QUITES DE MI TU SANTO ESPÍRITU.
Cuando el corazón es vulnerable,
es transparente, te das cuenta que no puedes vivir sin Él, te das cuenta que
sin El estas muerto. Empiezas a tener una relación de dependencia. Te
das cuenta que si no es Él quien pelea por ti, si no recibes la fuerza de Él,
nada puedes hacer.
Lider: Jennifer Espinoza.